Mad Men
Hacía tiempo que no recomendábamos nada (de hecho hace tiempo que no escribimos decentemente y os pido perdón por ello, mi ocupación estudiantil me mantenía parcialmente retirada del teclado).
En fin, sé que para los expertos televisivos lo que voy a decir es prácticamente un sacrilegio (tanto como decir que no veo Lost en inglés, aunque a estas alturas ya ni entiendo el sentido de esto), pero lo cierto es que no acabo de entender Mad Men.
Acabo de terminar la primera temporada y reconozco que me he enganchado, la he visto en apenas una semana a pesar de que, como he dicho, estaba ocupada con los exámenes. Lo cierto es que a final de temporada ya conoces a los personajes y hay lugar para tramas e interrogantes, pero hasta el sexto o séptimo capítulo una no tiene la sensación de que vaya a pasar nada. Siento que se han malgastado todos esos capítulos (de excelente fotografía, por cierto, y no es el eufemismo barato utilizado para referirse a una peli mala) simplemente describiendo la sociedad de los años 60 y cómo era la vida para algunos manhattanianos.
Hasta ahí mi crítica.
Sin embargo, sí que siento la necesidad de recomendarla. Está muy bien escrita, tanto, que hace que sientas cariño, pena y odio a la vez por sus personajes, incluyendo la beata secretaria Peggy Olson, el protagonista Don Draper, sus chicas, sus compañeros o Pete Campbell, el pelota primigenio.
Me gusta, como digo, su fotografía, el color y la particular colocación de la cámara. También sus guiones y sus personajes. Me gustan los estilismos y la clase que desprenden todos incluso cuando sólo están trabajando o bebiendo una copa de vino con la vecina de al lado.
Me ha enganchado y no sé por qué. La describo como la serie en la que se detalla la vida y las relaciones en la agencia publicitaria Sterling Cooper en Nueva York. Las mujeres son tan machistas o más que los hombres (incluso la despierta Joan, que se cree moderna pero es igual que los demás). Todos se lían con todos. Todos beben y fuman como cosacos. Ellas sobre todo, con un estilo tan elegante que es la única vez que me he planteado si en verdad no es glamouroso fumar (se me olvida, claro, cuando todos tosen de una forma muy chunga).
En fin, me gusta y no sé si recomendarla. Tiene matices y los matices gustan, pero hay gente que no soportaría esos primeros capítulos donde las cosas simplemente pasan y no te dejan sin aliento hasta el siguiente episodio.
Si para alguno es el empujón suficiente diré que Casciari la venera.
En fin, sé que para los expertos televisivos lo que voy a decir es prácticamente un sacrilegio (tanto como decir que no veo Lost en inglés, aunque a estas alturas ya ni entiendo el sentido de esto), pero lo cierto es que no acabo de entender Mad Men.
Acabo de terminar la primera temporada y reconozco que me he enganchado, la he visto en apenas una semana a pesar de que, como he dicho, estaba ocupada con los exámenes. Lo cierto es que a final de temporada ya conoces a los personajes y hay lugar para tramas e interrogantes, pero hasta el sexto o séptimo capítulo una no tiene la sensación de que vaya a pasar nada. Siento que se han malgastado todos esos capítulos (de excelente fotografía, por cierto, y no es el eufemismo barato utilizado para referirse a una peli mala) simplemente describiendo la sociedad de los años 60 y cómo era la vida para algunos manhattanianos.
Hasta ahí mi crítica.
Sin embargo, sí que siento la necesidad de recomendarla. Está muy bien escrita, tanto, que hace que sientas cariño, pena y odio a la vez por sus personajes, incluyendo la beata secretaria Peggy Olson, el protagonista Don Draper, sus chicas, sus compañeros o Pete Campbell, el pelota primigenio.
Me gusta, como digo, su fotografía, el color y la particular colocación de la cámara. También sus guiones y sus personajes. Me gustan los estilismos y la clase que desprenden todos incluso cuando sólo están trabajando o bebiendo una copa de vino con la vecina de al lado.
Me ha enganchado y no sé por qué. La describo como la serie en la que se detalla la vida y las relaciones en la agencia publicitaria Sterling Cooper en Nueva York. Las mujeres son tan machistas o más que los hombres (incluso la despierta Joan, que se cree moderna pero es igual que los demás). Todos se lían con todos. Todos beben y fuman como cosacos. Ellas sobre todo, con un estilo tan elegante que es la única vez que me he planteado si en verdad no es glamouroso fumar (se me olvida, claro, cuando todos tosen de una forma muy chunga).
En fin, me gusta y no sé si recomendarla. Tiene matices y los matices gustan, pero hay gente que no soportaría esos primeros capítulos donde las cosas simplemente pasan y no te dejan sin aliento hasta el siguiente episodio.
Si para alguno es el empujón suficiente diré que Casciari la venera.