A veces, cuando la gente habla de series como CSI o House, dice que su éxito se basa en la educación del espectador; es decir, que no nos gustaría tanto el doctor del Plainsboro Hospital si no fuese porque, tras muchos años de tele, ya sabemos lo que es la epinefrina o un aneurisma, por poner un ejemplo.
Me alegra saber que la tele nos educa, aunque sea un poco, y que también aprendemos a ver menos horas pero de mejor calidad.
Este aprendizaje supone mucho tiempo y yo creo que es a base de "prueba y error": si yo veo el primer episodio de "Gominolas" y no me gusta nada de nada, es probable que no lo vuelva a ver porque, pocas veces las cosas mejoran.
Por eso me enfado tanto cuando me siento engañada, cuando, como anoche, ocho millones de personas, por curiosidad, morbo o lo que fuera, pulsaron el 5 en el mando y aguantaron hasta las 12 de la noche sin cambiar o irse a la cama, porque durante toda la semana, en cada corte publicitario, en el telediario, en la esquina de la pantalla durante las emisiones del domingo (acto ilegal, por cierto) se había anunciado "el cambio de Bea".
No voy a entrar a valorar si el tal cambio es lo mejor que podían haber hecho, porque no me corresponde; sin embargo, ofrecer una imagen durante tres segundos no es contentar al público. Ello creerán que así a lo mejor esta tarde y mucha más gente de la habitual vea el capítulo diario (y así de paso vean su nuevo programa-fracaso de Emma García) y así ganan todos. Y lo peor es que a lo mejor tengan razón, porque anoche no vimos casi nada a "la nueva Bea"... Y eso, desde mi punto de vista, es injusto.
Pero claro, eso demuestra que a pesar de todas las alabanzas al ojo entrenado del espectador no estamos tan avanzados. Lo de anoche no fue muy diferente de lo que llevan haciendo (en la productora, en Tele 5, me da igual) con la serie desde que decidieron que la historia no daba más de sí y había que estirarla como un chicle. Creo que los guionistas se han acostumbrado tanto a escribir guiones sin sustancia que hacer un capítulo con emociones les supone tanto reto que es mejor dejar las cosas como están.
En definitiva, que anoche fue una nube de humo, como siempre, y es por eso que la audiencia de este culebrón se ha resentido tanto y casi todos los actores han abanadonado el proyecto. La gallina de los huevos de oro se ha sentado encima de los mismos y los ha roto todos.
Por mi parte espero aprender de ésta y no confiar en que algunas cadenas de televisión pueden cambiar, además de lamentarme y preguntar si por esto era necesario que anoche me dejaran sin Aída.